¿Tienes ganas de dejarlo TODO y desaparecer?
TIENES EL SÍNDROME DEL «BURN OUT»
El término «burn out» o síndrome del quemado hace referencia a una sensación de vacío interior que provoca agotamiento, una actitud cínica hacia el trabajo y una disminución de la eficacia profesional.
Este síndrome, relacionado con el ámbito laboral y nuestro estilo de vida, afecta cada vez más a un mayor número de personas. Cuando nos vemos superados por las preocupaciones laborales y otras situaciones de estrés puede que estemos padeciendo este síndrome caracterizado por la falta de ilusión y entusiasmo a la hora de desarrollar nuestras tareas abocándonos al pesimismo, la apatía y el aislamiento.
FASES
FASE DEL ENTUSIASMO
En la etapa inicial de acceso a un puesto de trabajo es habitual que el trabajador experimente entusiasmo y sus expectativas sean positivas. Es como estar preparado para comerse el mundo y se tienen todas las expectativas positivas y las ilusiones aún intactas.
FASE DEL ESTANCAMIENTO
Debido a la conjunción de diferentes variables, personales e interpersonales, la persona comienza a sentirse estancada, ve como sus expectativas no se están cumpliendo. Aunque el trabajo aún representa una fuente de realización personal, el trabajador comienza a replantearse la relación entre el esfuerzo personal depositado en el trabajo y los beneficios emocionales que recibe. Empieza a notar cierta sensación de derrota, comienza a sentirse incapaz. Comienzan a aparecer síntomas físicos como dolores de estómago y de cabeza. El trabajador sigue manteniendo ilusión, pero existe un desequilibrio entre sus expectativas y las demandas laborales. Se produce una situación de estrés. En esta fase se atraviesan varias etapas: se comienza con hiperactividad, trabajando más horas sin cobrarlas; progresivamente va disminuyendo el nivel de compromiso; comienza la pérdida de ilusión; surgen problemas con el equipo y aparece la inseguridad.
FASE DE LA FRUSTACIÓN
Supone el inicio del síndrome. Se comienza a cuestionar la eficacia del esfuerzo personal que realiza frente a los obstáculos derivados del desempeño del puesto de trabajo. Puede que el sujeto intente volver a comprometerse más para intentar superar los sentimientos negativos, aún existe la posibilidad de encauzar el malestar hacia una nueva fase de entusiasmo, pero la falta de recursos personales y organizacionales pueden condicionar el tránsito hacia una fase de apatía. Se siente el trabajo como carente de sentido. Aumentan los síntomas psicosomáticos. Se produce un descenso de la motivación y un incremento del agotamiento emocional y de los sentimientos de falta de realización personal. Aparece la irritabilidad, la ansiedad y la fatiga. La vida familiar y social pueden empezar a resentirse.
FASE DE HIPERACTIVIDAD Y APATÍA
En primer lugar el trabajador se activa en su trabajo, dedica mayores esfuerzos a su trabajo a modo de compensar sus sentimientos de falta de realización personal, pero no se gestiona adecuadamente y lo que consigue es sobrecargarse y contribuir aún más a su agotamiento emocional. Así que se produce el colapso y comienza a distanciarse de lo laboral, comienza a endurecerse afectivamente como método de afrontamiento a sus sentimientos de baja realización y agotamiento. Se trata del fenómeno de la despersonalización. Saltan los sistemas defensivos, se comienza a poner distancia entre el trabajo y la persona, se trata a los demás con frialdad. Entre las reacciones emocionales encontramos culpa, depresión y agresividad. Disminuyen la capacidad cognitiva, la creatividad y la motivación.
En esta fase y como etapa final encontraríamos la fase de la desesperación en esta etapa encontramos sentimientos de fracaso, vacío, apatía y soledad, así como deseos de ocuparse en otra cosa, insensibilización ante los problemas que requieren ayuda y actitudes negativas y autodestructivas (consumo de drogas, alcohol, juego…).
SINTOMAS
- Sentimiento de agotamiento, fracaso e impotencia.
- Baja autoestima.
- Poca realización personal.
- Estado permanente de nerviosismo.
- Dificultad para concentrarse.
- Comportamientos agresivos.
- Dolor de cabeza.
- Taquicardia.
- Insomnio.
- Bajo rendimiento.
- Absentismo laboral.
- Aburrimiento.
- Impaciencia e irritabilidad.
- Comunicación deficiente.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
- Psicoeducación y autoconocimiento. Conocer el burnout y los factores que lo originan, así como las circunstancias que están detrás de cada caso particular.
- Aprender a afrontar el estrés. Mediante técnicas de relajación y respiración, así como con terapia psicológica cognitivo-conductual.
- Ajustar las expectativas a la realidad.
- Mejorar la autoestima.
- Trabajar la resiliencia y la asertividad.
- Hábitos saludables. Una alimentación sana, abandonar el tabaco, el alcohol y otras drogas y la práctica regular de ejercicio físico son fundamentales para afrontar el estrés y contribuyen a la salud mental.